jueves, 9 de mayo de 2013

Cómo superar un mal día o cómo la traducción me da vida

Este blog nació con el objetivo de plasmar mis vivencias, reflexiones, sorpresas, alegrías —y penas—, descubrimientos y preocupaciones, entre otros.

Pues bien, a lo largo de estos meses estoy descubriendo y experimentando lo que otros que ya pasaron por aquí cuentan: que los comienzos son duros, difíciles y a veces frustrantes; como la vida misma, vaya.
El haberme planteado y decidido hacerme autónoma me ha ayudado a madurar, a madurar como persona, me refiero. Por supuesto que me ayuda y obliga a madurar profesionalmente, pero ahora veo que en mi caso —no sé si en el de los demás— lo profesional y lo personal van de la mano. Conforme voy avanzando, retrocediendo, tropezando, avanzando de nuevo, aprendiendo, planteando y replanteando, estudiando opciones, descartando unas y abrazando otras en el terreno profesional, paralelamente avanzo, retrocedo, tropiezo, avanzo de nuevo, aprendo, me planteo ciertas cosas, replanteo otras y estudio distintas opciones de mi vida personal. Estoy descubriendo muchas facetas, aptitudes y actitudes, positivas y negativas que poseo. Y sí, he dudado muchas veces; en ocasiones he pensado «¿estaré hecha para esto?, ¿será esto lo mío?». Y entonces te llega alguna felicitación y agradecimiento, y te animas.

Sigues viviendo y, aunque parezca mentira —no, no me pongo colorada— hay vida más allá de la traducción. Y surgen otras preocupaciones, y tienes riñas, peleas, sustos, preocupaciones, preocupaciones y otras preocupaciones. Incluso hay veces en que el día se estropea nada más amanecer. Y justo ese no es tu día optimista, a pesar de que tú eres una persona optimista —o al menos lo intentas—. Y como además, ese día no tienes encargos (porque trabajo siempre hay), la probabilidad de pasar página y venirse arriba cae en picado.
Todo ese estado, junto con el estrés acumulado durante días te provoca un dolor de cabeza de los que marcan historia y hasta decides tumbarte media horita despuésde comer, a ver si se pasa.
Y es entonces cuando crees que todo —el día— está perdido, abres tu buzón de correo electrónico y encuentras que una de las entidades con la que colaboras te solicita ayuda.

Varios son los motivos por los que colaboro como voluntaria. Uno de ellos es mi compromiso con la causa que la ONG o la plataforma defiende o promueve. Creo que todos estamos comprometidos con algo, aunque a priori no lo sepamos, pero a todos nos interesa algo; todos tenemos algo que nos mueve, o que mueve algo en nuestro interior (y que no tiene por qué ser de naturaleza benéfica).
Se me quita el dolor de cabeza, me siento en mi escritorio, frente a mi ordenador y empiezo a leer el texto. Sin darme cuenta, mi día ha dao un giro de 180 grados. Me siento feliz, motivada. El texto que tengo que traducir, al ser por iniciativa voluntaria, tiene una temática y una finalidad que me encantan, que forman parte de mí, de Inés.

 Y entonces ocurre el milagro revelador. Es ahora cuando entiendo que elegí estudiar TeI motivada por mi deseo de difundir información, conocimiento, de hacer llegar toda clase de contenidos a cualquier rincón del planeta, de hacer accesible el conocimiento, sobre todo a quienes tienen más dificultades. 
Los cables siguen conectando y me hacen comprender por qué antes quise hacer Periodismo y por qué hoy me «chifla» traducir noticias, artículos, crónicas o cualquier otro género periodístico. 
Los recuerdos y las imágenes invaden mi psique, corretean de un lado para otro y me veo ahí sentada, con esos ya lejanos 12 años, traduciendo mis canciones preferidas, los artículos de las revistas que me interesaban, escribiendo relatos sobre los problemas que, como adolescente, me preocupaban por aquel entonces.

Y es en ese preciso momento cuando comprendo que hay algo en lo que no me equivoqué, que esto SÍ es lo mío.


Traducir + Escribir = Inés Feliz



4 comentarios:

  1. He conocido tu blog por Linkedin y me ha parecido muy interesante, asi que por aqui me quedo. Un saludo,

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, Nieves. Me alegra que te guste :)

    Un saludo

    Inés

    ResponderEliminar
  3. Hola Inés, como traductor autónomo me identifico completamente con lo que explicas, con los momentos dulces y amargos que conlleva este oficio. Con el amor por escribir y traducir, con la alegría por tener trabajo y por recibir de vez alguna felicitación por el buen hacer, pero también por la preocupación por la falta de encargos y por el clima económico tan complicado que nos rodea. Yo también colaboro con entidades sin ánimo de lucro y resulta muy satisfactorio.

    Saludos,
    Sergio

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias por tu comentario, Sergio.
    La verdad es que son momentos difíciles, pero cualquier abuelo al que preguntemos nos dirá que su vida tampoco fue fácil y que tuvo que enfrentarse y superar muchas dificultades.
    Afortunados los que, dentro de esta selva que es la vida, encontramos y podemos dedicarnos a algo que, con todas sus complicaciones, nos da satisfacciones y nos hace sentirnos realizados.

    Un saludo.
    Inés

    ResponderEliminar